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24 marzo 2010

"El Poder se conquista, no se regla sin lucha"

Ritos, fe y devoción en Semana Santa

La religión que predomina en los países hispano – hablantes de América es la católica. España, país en el que la unión iglesia – estado perduró durante veinte siglos (hasta la década de los 70) evangelizó los territorios conquistados exportando así sus ideas político – religiosas. Aunque tanto en América como en España ya se practican diversos cultos, el rito católico ha marcado el calendario de acontecimientos religiosos en los que participa el pueblo. Uno de esos acontecimientos es la Semana Santa.

España y un gran número de países sudamericanos celebran los rituales de la Pascua Católica en procesiones de gran participación popular. En el caso de Costa Rica, cada ciudad “Tica” tiene en sus iglesias esculturas representando escenas de la pasión de Cristo que sacan en hombros durante la semana santa. Francisco, un joven quepeño, escribió el siguiente diario durante su visita turística por la ciudad de Cartago.

Sábado el día antes del Domingo de Ramos.
Por varios años, he tenido vacaciones durante toda la semana santa. Como estaba un poco aburrido de la misma rutina con tanto turista que visita nuestro pueblo, decidí cambiar de ambiente y visitar un lugar donde se llevara a cabo algún evento tradicional y representativo de esta conmemoración santa.
Converse con mi abuela, quien había estado casada con un cartaginés y me habló de las tradiciones de Cartago. Opté entonces, por irme a esa antigua capital. Compré un boleto para un bus directo y salí de Quepos al medio día. En el bus conocí a dos muchachas, que de pura casualidad, eran “paperas” (así se le llama a las personas de origen cartaginés). Ellas trabajaban en un hotel e iban a pasar esos días con sus familias. Hablamos de nuestras actividades en Quepos. Cuando me di cuenta que eran de Cartago, les pregunté de la posibilidad de quedarme en un hotel. Me contestaron que había algunos hoteles y pensiones pequeños, pero que eran de “mala muerte”.
Bueno la verdad es que necesitaba una cama y, en realidad, no quería quedarme en San José. Llegamos a San José a las tres y media de la tarde, juntos tomamos un taxi y fuimos a la estación de “SACSA” para tomar un autobús a nuestro destino. Al llegar, me puse de acuerdo con las muchachas para reunirnos al próximo día y me fui a buscar al hotelito.

Domingo de ramos.
No pegué ojo en toda la noche porque la habitación donde me quedaba era ruidosa y, en ciertos momentos, tuve la sensación de que había ciertos animalitos que no voy a mencionar para no causar disgusto. Mi dio comenzó muy temprano. Tomé un baño con agua extremadamente fría y me fui al mercado para desayunar. El desayuno fue excelente. Pero más me sorprendió la cantidad de frutas verduras y vegetales que se pueden encontrar en ese mercado. Por supuesto, Cartago es una provincia muy agrícola y produce artículos comestibles de alta calidad. Luego me fui a la misa de las ocho en la parroquia de nuestra señora del Carmen y, después, hubo una procesión en la cual había un burro con el nazareno montado en él. La gente llevaba palmas y flores y cantaba canciones al ritmo de una banda alegre. Después de la procesión me encontré con las muchachas y decidimos visitar Orosi, un pueblito encantador que bordea el río Reventazón y tiene una iglesia construida en el siglo XVIII. Muy linda la iglesia. Luego fuimos a nadar en la piscina de un lugar llamado Motel Río. Ahí nadamos y comimos – trucha deliciosa. Muy interesante el viaje. Por la noche, fui al Vía Crusis organizado por las comunidades del centro de la ciudad. Jóvenes muchachos cargaban una cruz con un Cristo muy grande y antiguo. El Cristo es muy pesado y para ellos es un sacrificio el llevarlo, la gente cantaba y rezaba. En cada esquina había una representación de cada estación de la pasión de Jesucristo, y un sacerdote hacia meditaciones interesantes aplicadas a nuestra época. Me hizo pensar mucho en mi vida y en la manera en que vivo.

Lunes, martes y miércoles Santos.
Estos días eran más que todo de reconciliación; por eso, la gente se iba a confesar en las diferentes iglesias. Yo hice lo mismo, pero para mi fue un poco incomodo hablar con una persona que no conocía y a quien no podía ver. Fui al convento de los reverendos padres Capuchinos, un convento de padres franciscanos. Había filas eternas de gente y se confesaban como un acto mecánico. De todas maneras, hable con un sacerdote, pero la verdad es que no le confesé todos mis pecados, y fui a sentarme en una de las bancas para orar y meditar. Después de eso, sentí una paz interna muy profunda. No se por que. Durante esos días, visite muchos sitios bonitos e interesantes con mis amigas. Realmente, no sé como agradecerles lo bien que se portaron conmigo, pues me llevaron a todas partes. Conocí el volcán Irazú. Prusia (la cuenca del río Reventazón, uno de los más importantes de Costa Rica), la ermita de Quircot, el valle de Ujarrás, la represa de cachi, la reserva Biológica de Tapantí y los asentamientos indígenas de Guayabo. Todos eran sitios muy interesantes.

Jueves Santo.
Para los cartagineses, este es un día muy importante porque se conmemora la última cena de Jesucristo. Ellos lo celebran con una misa muy bonita. Es una misa con cantos Gregorianos y es dirigida por varios sacerdotes. La iglesia estaba llena: como decimos nosotros, “no cabía un alma”. Después de la misa, fui a casa de mis amigas para tomar y comer algo. Fue una reunión interesante. Conocí a sus familias y hablamos mucho. Me ofrecieron aguadulce, pero fui muy sincero con ellos y les dije que no me gustaba. Entonces me dieron café con leche y lo acompañamos con biscocho, torta de arroz, pan dulce casero, maíz crudo y totopostes. Luego, fuimos al centro para mirar la procesión. Era una procesión muy solemne y había mucho respeto. Dos grandes filas de hombres vestidos de soldados romanos marchaban ordenadamente. Llevaban un anda con el nazareno amarrado. El anda estaba decorada con muchas flores. Delante de esta anda, iba con otra muchacha que representaba al ángel de la confortación. Fue una procesión lenta que duró por varias horas. El recorrido fue largo pues iba de una iglesia a otra. La Banda de Cartago, una de las mejores de Costa Rica, acompañaba la procesión con melodías muy suaves que invitaban al silencio, la paz y la meditación.

Viernes Santo.
Me desperté temprano, a eso de las seis, tomé una ducha y me puse la mejor ropa que tenía porque el día anterior escuché a las muchachas conversando sobre la ropa que se pondrían para asistir a la procesión del Santo Vía Crusis. Obviamente, el vestir bien en ese día era de suma importancia. Después me di cuenta de que ese día era como un gran desfile de modas. No sé por qué pero me estaba muriendo de hambre, me fui al mercado para desayunar y desafortunadamente estaba cerrado. Todo estaba cerrado, bueno el asunto es que fui a reunirme con mis amigas en el parque central. Tanta gente reunida me sorprendió. El calor era intenso y la espera infinita. Después de esperar por una hora y media, llegó la procesión al parque. El calor se hizo mas fuerte pues toda la gente que estaba aguardando en medio de la calle tuvo que moverse a ambos lados de la calle para permitir que la procesión pasara. Imagínense el tumulto, muy interesante pero no creo que quiera pasar por esa experiencia otra vez. Los soldados pararon y bajaron el anda del nazareno, una muchacha vestida con un atuendo bíblico subió e hizo la representación de la verónica. Una mujer que enjugó el rostro del Cristo cuando llevaba la cruz camino del Monte Gólgota. Hizo una declamación impresionante. Luego la procesión continúa y la gente también comenzó a movilizarse hacia el este de la ciudad. Nosotros nos movimos pero tomamos otro camino para no tropezar con tanta gente. Llegamos al “calvario” donde hicieron la crucifixión. Pasada la una de la tarde, fuimos a la casa de una de mis amigas y almorzamos hasta más no poder. Casi toda la comida estaba hecha con mariscos, pescado, ensaladas, palmito y otros productos que no se comen con frecuencia. Regresé a mi hotel para tomar una siesta. Me dormí por largas horas, cuando desperté de mis sueños estaba amaneciendo. No podía creer que estuviera tan cansado. ¡Pero así fue! Desafortunadamente, ese día tenía que regresar a San José para tomar el bus a Quepos. Me sentí muy mal por no haberme despedido de mis amigas y de sus familias. Mi estadía en Cartago no habría sido tan placentera si no hubiera sido por ellos. Les quedaré muy agradecido por siempre, sé que en algún momento tendré la oportunidad de expresarles mi gratitud. Fue una gran experiencia.

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