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Lets practice some Spanish!!

04 marzo 2009

¿QUÉ PASÓ CON “VOS”?

“¡Vieras usted!” –me dijo el chavalo para terminar de contarme esa historia que poco a poco se aproximaba a lo infinito y para tratar de hacerme cómplice de la creación de toda esa escena que él mismo, como actor principal, había construido con lujos de detalles.
¿Cómo pudieron esas dos palabras, que embargaban un efecto semántico tan comprometedor, ingeniárselas para que una narración tan cautivadora y tan emocionante sobre esa serpiente (que apareció de la nada, bajando la cuesta de La Mariposa y casi llegando al mausoleo de Felicia Barbarroja, y que casi muerde al narrador de esta anécdota), pasara a un segundo plano para comprometer los oídos de este receptor a escudriñar en el apareo sintáctico de esas dos entradas?
El supuesto impacto que esa frase debía causarme se fue en dos direcciones en mi mente: una, el contenido de la historia debía ser tan fuerte como para dejarme con la boca abierta; otra, la construcción gramatical, que subyacía en la fuerza que esas dos palabras, planteaba, definitivamente, un desequilibrio lingüístico. Si asumiera un papel como autoridad lingüística, no debería arriesgarme a hacer este tipo de observación; pero la verdad es que escuchar este tipo de combinaciones podría poner a cualquiera en jaque (sea o no autoridad lingüística), y podría hacer que cuestione si lo que se escucha es español o alguna nueva derivación creativa de nuestra complicada lengua.
Desgraciadamente, quiérase o no, esta atrevida combinación hace que cualquier hispano-parlante –erudito o no en el uso de nuestra lengua- caiga en el purismo lingüístico y exija una explicación sobre si debería ser “vos” el que se involucre en ese arcaico giro lingüístico, o debería ser “usted” el que cierre esa historia con formalidad.
El asunto es que “vieras” representa la segunda persona singular del verbo VER en el Pretérito Imperfecto del Modo Subjuntivo; consecuentemente, el pronombre que debe acompañar a ese verbo es, por norma, “vos” o “tú” en el caso de aquellos que vean al primero como algo viejo y de menos ‘caché’. Sin embargo, si dirigimos este análisis al pronombre que marcó el final del cuento, “usted”, podemos decir con razón de causa que su forma verbal debe ser “viera”.
“¡Vieras vos!” “¡Vieras tú!” “¡Viera usted!” Cualquiera de estas tres combinaciones pudo haberle dado el final perfecto a aquella historia que pretendía ser tan aterradora y amena al mismo tiempo. Pese a la imprecisión que ahí se cometió, nosotros como ticos, no obstante, podemos captar el mensaje porque estamos acostumbrados a la creatividad y al juego con nuestro español; pero ¿qué sucede con todos aquellos que recurren a nuestro país y, especialmente, a nuestros queridos Manuel Antonio y Quepos para aprender a hablar nuestra bella lengua? ¿Qué oyen? ¿Qué escuchan? ¿Qué entienden? ¿Por qué a veces se les graban estos vicios lingüísticos con mayor facilidad que una buena construcción gramatical? ¿Qué calidad de español les enseñamos? ¿Qué esfuerzo estamos haciendo para salvar y conservar la esencia de nuestra lengua materna?
Todos estos cuestionamientos y muchos otros podrían ser un pellizco en nuestra conciencia y por qué no una invitación para que ustedes y yo nos atrevamos a pensar y a escribir sobre este tema. ¿Por qué? Porque me gustaría saber qué está pasando con un fenómeno tan cambiante como la lengua de este pueblo. Porque me gustaría saber qué pasó con “vos”.


Gustavo A. Cerdas Sáenz
M. Sc. Psicopedagogía
Director
Academia de Español D’Amore

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