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10 marzo 2009

Los boyeros y sus carretas alegraron las calles de Escazú.

Boyeros, bueyes y carretas de todos los rincones de Costa Rica desfilaron ayer por las calles de Escazú para celebrar el Día Nacional del Boyero.
Participarón 180 yuntas de todo el país en un desfile con 26 años de historia. El recorrido fue de tres kilómetros entre Escazú y el distrito de San Antonio.
El desfile de los boyeros se celebra des hace 26 años, esta tradición fue declarada obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el 25 de noviembre del 2005.
Ambas expresiones son de gran riqueza cultural; fueron heredadas y modeladas al entorno costarricense.
A las 10:15. a. m., ya bien cargados de energía luego de desayunar su tradicional “burrita” (gallo pinto con torta de huevo y agua dulce), cerca de 180 boyeros iniciaron su recorrido de 3 kilómetros desde el centro de Escazú hasta el distrito de San Antonio.
Este desfile se celebra en la “ciudad de las brujas” desde hace 26 años y es una tradición popular muy arraigada que entusiasma a grandes y chicos por igual.
Fiesta familiar. Los espectadores se aglomeraron en las aceras para observar aquellos imponentes animales que jalaban carretas multicolores. Muchos de esos vehículos iban colmados de pasajeros, pero otros lucían sus mejores galas, como la carreta que guiaba Jesús Castro, adornada con canastos, jícaras y ajos.
A pocos metros de distancia, la llamada “reina de los boyeros”, doña Digna Montes, saludaba al público desde su carreta.

La motivación de muchos de los boyeros es preservar una tradición netamente costarricense que se ha heredado a través de muchos años.

Según afirmó Francisco Mejía, de la Asociación Rescate de Tradiciones del Boyero, esta fiesta congrega a participantes de todo el país. “Vienen boyeros de Santa Ana, Alajuelita, Aserrí, Ciudad Colón, San Carlos, Heredia, Puriscal, Cartago y otras zonas”, dijo Mejía.
Poco a poco, las carretas avanzaban en su recorrido, que finalizó al mediodía frente a la iglesia de San Antonio de Escazú.

Allí, los boyeros se mezclaron con el público en una sola algarabía, con música y una oferta gastronómica que antojaba a cualquiera: picadillo de arracache, pozol, pan casero, chinchiví y otras delicias típicas costarricenses.

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