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14 noviembre 2008

Quepos, una comunidad que avanza ¿Hacia dónde?

Con un poco de metáfora y quizá romanticismo diría que una vez Dios suspiró con tanto sentimiento y pasión, y que el fruto de ese aliento lo colocó entre el azul interminable del mar y el verde imponente de la selva, y le dio el sol más brillante y hermoso que encontró, y adornó el cielo de su noche con un centenar de estrellas y una luna envidia de todos, le procuró un majestuoso perfume de coco y flores tropicales, dándole un millar de sonidos que a los oídos del hombre se tornan en la más bella melodía jamás escuchada, y a ese conjunto le llamó Quepos.
Sin embargo, dejando la absurda poesía que embarga el sentimiento, planteémonos una simple pregunta: ¿hacia dónde vamos?. La respuesta por más simple que parezca toma matices de incertidumbre en el contexto de la realidad, una belleza escénica codiciada que ve su imponencia amenazada por el voraz apetito del hombre que desea poseer todo lo que ve, y que incluso es capaz de destruir cuanto se interponga entre su deseo y su penosa realidad. Quepos, en verdad, ¿Qué somos? ¿Un pueblo verde que ama su naturaleza, o acaso un asentamiento de simples mercenarios turísticos que se jactan de presentar ante el mundo una cara falsa?. Sin lugar a dudas, una pregunta que nos pone a reflexionar, y quizá en este instante nos llegue a la cabeza una palabra: pertenencia.
¿Qué significa este vocablo y cómo se relaciona con nosotros? Fácil, un lugar no puede existir sin el apego de su gente, tal como un solemne árbol no puede erigirse si las gotas de lluvia no le bañan; esto quiere decir que no es posible que nuestra comunidad sea próspera si quienes la habitamos ni siquiera nos interesamos por ella; ya no nos sentimos arraigados a su seno. ¿Dónde quedaron las generaciones de egresados del colegio que sentían orgullo de graduarse de esta institución, líderes de la comunidad que podían dar todo su empeño sin nada a cambio para que este lugar fuese mejor para vivir, para criar niños, para que una familia pudiese crecer y florecer?. Sin embargo, de ese tipo de personas sólo queda un vestigio débil y taciturno, que en poco tiempo será suplantado por un ciudadano que ve en Quepos un sitio a donde su mala suerte le hizo ir a parar, y del cual debe salir a como dé lugar, lo cual desencadena un rechazo ineludible, que se vuelve un cáncer que aqueja a la comunidad, y que como tal, tarde o temprano, luego de una dolorosa agonía, le causará un desenlace garrafal que acabará con todo lo que una vez representó.
Al tanto, surge una nueva interrogante, ¿Cómo es posible que una comunidad que puede sentirse orgullosa de ostentar la playa más hermosa del país y mostrarse como un sitio predilecto y de abundante prosperidad, carezca de un sentimiento de pertenencia? Cuántas personas desearían tener esto, y sin embargo nosotros que lo poseemos, no lo apreciamos. Aquí podríamos aplicar el famoso refrán de que “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, pero ¿será necesario perder todo esto para entender que ningún hotel ni ninguna marina puede sustituir la belleza del vuelo de una lapa, o la imponencia de un bosque, es más, ni tan siquiera la gracia y dulzura de sólo una de la criaturas que viven en él, o que con el dinero que dejan cientos de turistas al año no se puede comprar la magia que encierra un ocaso de esos en los que el mar parece tragarse al Sol en una danza de cortejo entre un arrebato de colores brillantes, y que al final culmina con un manto negro adornado con estrellas como diamantes?.
Entonces, no hay una explicación lógica que diga cómo es que avanzamos velozmente sobre las ruedas de un volátil desarrollo turístico e infraestructural, cimentado en una imagen verde, pero que en un ámbito cultural y social nos estamos quedando rezagados. Basta con observar cómo es que existe más interés de ciertas personas por figurar al lado de políticos nacionales que por hacer las gestiones pertinentes para traer un sucursal universitaria para que nuestros jóvenes puedan estudiar, u otro ejemplo, cuenten la cantidad ladies-night o cuantas pasarelas hay en los bares quepeños por semana. Ahora, comparen ese número con las tardes deportivas y actividades culturales que se hacen al año en toda la comunidad. No es necesario el uso de calculadoras para ver “quién gana” sólo se requiere un poco de sentido común. Pero, ¿por qué no se hacen suficientes actividades que promuevan la ilustración? Algunos responderían a esto que somos un pueblo pequeño en el cual estas manifestaciones no tendrían mucho auge, pero que no obstante, para traer otros tipos de espectáculos y alborotos, sí tenemos la capacidad de una gran ciudad e incluso somos hasta mejores que los capitalinos, y ahí si podemos llenar al tope la discoteca o el bar, pero el día que se presenta una obra de teatro, si acaso llegaron dos o tres personas, y de esos por lo menos uno es un estudiante de colegio que llegó obligado por el profesor para poder aprobar el curso.
¿Hacia dónde vamos? Sencillo, no es precisamente a ser sede del próximo Festival Latinoamericano de Cultura. Por el contrario, estamos más cerca de organizar una feria de catadores de cerveza (perdón, sería un concurso porque una feria lleva más trabajo). ¿Por qué es que en nuestro cantón se ha perdido el norte? ¿Será porque quienes están arriba, a quienes les corresponde promover estos movimientos, no lo hacen, o lo hacen a medias, pero ¿la otra mitad de la responsabilidad a quien le recae? ¿a los extranjeros?. Es curioso pero ellos son de los pocos que van a un concierto con un cantante como Adrián Goizueta (si sos quepeño y no sabes quién es, fue porque no fuiste al concierto, es más ni te diste cuenta que hubo, ¿ahora entiendes de lo que hablo?), más bien el resto de la culpa la tenemos los mismos quepeños, porque no aprovechamos oportunidades de ver excelentes exponentes de cultura, pero que después decimos “qué hueco más aburrido es Quepos”. No obstante, el día que hay una celebración amena preferimos quedarnos en casa y ver los programas de Teletica en los que fingen enfermedades hasta más no poder para ganar rating o ver el show de los humoristas más limitados del planeta, la suma de los factores de la incapacidad de quienes deben promover estos eventos con el desinterés de nosotros da como resultado que la pérdida de cultura progresiva, que con el tiempo se vuelve irreversible.
En efecto, dada esta situación, nosotros, fieles a nuestra idiosincrasia buscamos excusas sin fundamento para escudar estas carencias. La más común es echarles la culpa a los extranjeros y decir que ellos son los responsables de que se consuma droga y son quienes vienen buscando prostitutas, pero jamás he visto a una “gringo” obligando a un tico a fumar marihuana, u obligando a una mujer a tomar cien dólares para tener sexo con él; lo que sí he visto es una infinidad de personas a las que no se les puede decir “mota” porque se les denota una sonrisa de oreja a oreja, o mujeres que derrochan dinero que se han ganado con el sudor de cualquier otra parte menos de la frente. Entonces, ya podemos dejar de lado que la inmigración de personas es la causa inmediata del problema, y más bien comenzar a pensar cómo involucrar más a estas personas que están dispuestas a colaborar incluso más que nosotros que somos los dueños de esos rasgos culturales.
Me preguntas hacia dónde vamos. Después de todo, la repuesta es sumamente fácil, nosotros no vamos hacia ningún lado, Quepos no va hacia ninguna parte; estamos totalmente estancados, de la fuerte base de cultura que nos heredaron nuestros abuelos, fundadores de la comunidad hoy nos queda poco, y encima de eso, el resto la estamos enviando por el retrete. Quepos merece algo mejor que el limitado esfuerzo que nosotros damos y nosotros merecemos más que las pocas facilidades que Quepos nos puede dar. Nosotros debemos mejorar a Quepos para el bienestar de nosotros mismos y de nuestros hijos, y no pensar que Quepos nos va a mejorar a nosotros. Si damos nuestro mayor esfuerzo en pro de la comunidad nosotros vamos a ser los ganadores. Seamos conscientes de que toda mejora en ella se proyectará en nuestra vida personal y en nuestro desarrollo social e intelectual. Actuemos no pensando en que mañana me voy de Quepos y no regreso más; actuemos pensando en que mis hijos se criarán en Quepos y yo me ganaré la vida aquí, y entonces veremos cómo realmente las cosas van a ir cambiando para bien. No te sientes a esperar que otros hagan el trabajo, levántate y haz tu mayor esfuerzo, no pongas tu granito de arena, intenta poner la piedra más grande y fuerte que encuentres, recuerda que tu no vives en Quepos, Quepos vive en ti.
Adrián Solís Brenes

2 comentarios:

  1. Que ensayo. Me cuesta más que un poco leerlo, pero tiene mucha razón.

    Creo que lo que traen los extranjeros no es la calamidad segura sino una gran oportunidad - de hacer malo pero a la vez de lograr tanto con la entrada de dinero turistica.

    Espero que hayan más como Ud. en Quepos - si sí lo hay, seguramente pueden majorar la cultura y vida allí.

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  2. Encontré esta libro de la red esta noche, quizas lo interesará.

    http://www4.ncsu.edu/~twallace/FinalReport96.pdf

    Es una colleción de informes escribos por estudiantes estudounidenses sobre "Tourism and its consequences: Case Studies From Quepos/Manuel Antonio" (publicado en 1996)

    Entiendo su punto, que los turistas no decidir el destino de Quepos, pero es interesante. Hay un imforme que menciona Escuela D'Amore, también.

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