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28 octubre 2008

LÉXICO

El léxico es, sin duda, el componente más "superficial" y móvil de toda lengua, en el que se refleja la manera como una comunidad aprehende y ordena la realidad; ello explica el que sea en este componente donde encontremos las mayores diferecias entre el español americano y el de España, porque el mundo hispanoamericano no es idéntico al europeo. Pero estas diferenias no deben ocultarnos el hecho fundamental y primario de que, en esencia, el vocabulario es una y otra modalidad de la lengua es el mismo; no nos cansaremos de insistir en ello: se trata de la misma y única lengua, salpicada, sí, de particularidades en cada uno de los diversos países, regiones y comarcas donde se piensa, se habla y se escribe en español; en todos esos territorios hay una 'visión general del mundo' igual, producto de ese "filtro" que constituye una lengua.

Las diferencias en el léxico vienen dadas por todos aquellos elementos que ya tuvimos ocasión de analizar, a saber, regionalismos peninsulares e isleños, "arcaísmos", marinerismos, amerindismos y africanismos, y sobre los cuales no vamos a volver, el conjunto de los cuales pudiéramos etiquetar con el rótulo de americanismos léxicos. Pero este concepto no es tan evidente como pudiera creerse en un primer momento; efectivamente, diversas concepciones hay de lo que constituye un americanismo. Especialmente encontramos entre los especialistas dos visiones respecto a lo que debe ser considerado como tal:

a) La primera, basada en un criterio etimológico o histórico, afirma que son amercanismos los términos nacidos en América. Esto llevaría a identificar americanismo con indigenismo, pero, ¿pueden considerarse realmente americanismos -preguntan los oponentes- vocablos que son comunes a todos los hispanohablantes, vocablos que forman parte del acervo léxico general, como tomate, chocolate, canoa, etc.?

b) La segunda es la que toma como criterio el uso general actual. Según esto, son americanismos las voces que en América tienen distinta o nueva acepción, indiferentemente de su origen, como estancia, lagarto, coger, concha, etc. El problema que se plantea con este criterio es que si se consideran americanismos las palabras que se usan en toda América y son totalmente inusuales en España, muy probablemente no encontremos ninguna; hay, ciertamente, términos conocidos en toda Hispanoamérica pero que también lo son aunque sea en algunas partes de España; de igual manera que hay otros que sólo son inusuales en ciertas regiones o países de América.

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